Corría el mes de septiembre de 1410, cuando el «Pare Vicent», que se encontraba en Denia camino del Sur, fue requerido por el obispo de Valencia, D. Hugo de Lupia y Bages, para tratar de una materia de máxima importancia. Tras resolver el asunto para el cual fue llamado, el Santo permaneció, predicando, un breve espacio de tiempo en Valencia. En esos días es cuando tuvo lugar la Fundación del Colegio de los Niños Huérfanos.
El «Pare Vicent» incluía en sus predicaciones lo que todos contemplaban en las calles de su ciudad natal: tanta niñez huérfana y abandonada. Así, movido por su celo caritativo y apostólico, fundó el Colegio, con el nombre del Santo Niño Perdido.
Su primera sede fue un hospital con la invocación de María Santísima, que D. Ramón Guillem Catalá fundó en la ciudad, en la calle de San Vicente Mártir, enfrente de la plaza del Convento de San Agustín.
Allí estaban los Beguines, hombres de penitencia, que ejercían la caridad con los penitentes y enfermos, por lo que la gente llamaba a este hospital la “Casa dels Beguins”.
Los Beguines aceptaron de buen grado el encargo de san Vicente de cuidar y atender a la niñez huérfana. Pero con el tiempo fueron decayendo y el relevo lo tomó el gremio de “Boneteros”. Éstos, canonizado San Vicente, lo tomaron por Patrono y compraron la casa natalicia del Santo, siendo ésta la segunda sede del Colegio. Pero iniciado el siglo XVI este gremio se debilitó y el relevo lo tomaron algunos “Caballers, Ciudadanos y Mercaderes ricos”. Los niños huérfanos, en la segunda mitad de este siglo, se trasladarían de nuevo al hospital de Santa María, su primera sede. Desde 1624 los niños ocuparon la Casa del Emperador. Los reyes Carlos I y Felipe II promovieron la cristianización de los moriscos en su casa de Valencia. El intento no fue fructífero. Felipe III lo reintentaría. Pero en 1609 tuvo lugar la expulsión de los moriscos. Por ello, la Casa del Emperador quedó sin moradores. Ello movió a que se pidiera dicha casa para los niños de san Vicente. Felipe IV, considerando el deseo de su padre de que los niños huérfanos ocupasen y pasasen a vivir perpetuamente en el Casa Imperial accedió a la petición. Se requería, además, la aprobación papal. La Bula del papa Urbano VIII se obtuvo en 1624. Desde entonces comenzó una nueva andadura del Colegio de 344 años, hasta 1968. Acababa de empezar el curso escolar 1968-1969, cuando todos vieron con dolor el hundimiento del Colegio. Habían trascurrido 558 años desde que san Vicente fundase esta gloriosa obra. De nuevo se hizo notar un milagro: el de no perder la esperanza y las fuerzas. Fue un momento difícil. El curso tenía que seguir. Gracias a Cáritas Diocesana la Colonia de verano en el Pantano del Generalísimo sirvió de provisional sede al Colegio. Eran dos pabellones que, como sus fines eran veraniegos, parecían fríos y destartalados. Hizo falta espíritu de pobreza, ingenio y una fuerte conciencia de estar salvando al Colegio. Con ilusión se catequizaba a los niños y se celebró la fiesta de la Primera Comunión. La visita de las madres los domingos al Pantano hacía de ese día una auténtica fiesta. Los niños y niñas iban y venían hambrientos de besos. Para el siguiente curso, de nuevo hubo un cambio de sede: se alquiló la Colonia de San Marcelino y se adquirieron los terrenos segregados a la finca para la construcción del nuevo Colegio. El arrendatario volvía a ser Cáritas Diocesana de Valencia. El primero de mayo de 1970 se colocó la primera piedra del nuevo edificio. Pero hubo que esperar hasta el 18 de septiembre de 1977 para que los niños y niñas de san Vicente durmiesen por primera vez en el nuevo Colegio Imperial, en San Antonio de Benagéber, el primero construido de nueva planta y que desde hace 30 años es la sexta sede de este milagro del Santo. En la actualidad más reciente, al menos tres hechos marcan la andadura del Colegio cuando está apunto de cumplir 600 años: el primero, es que desde el año 2001 la orfandad ya no es la única condición para ser beneficiario; el segundo, es que desde el año 2002 las Hijas de la Caridad tuvieron que dejar el Colegio; el tercero, es el relativo a los continuos y acelerados cambios en las familias y en la sociedad que generan nuevas formas de niñez desprotegida. En función de este reto, y con escrupulosa fidelidad al espíritu del Fundador, su obra y devenir en los 600 años de historia, se estructura la atención a los niños y el Proyecto Educativo. Este proyecto siempre ha estado caracterizado por la formación cristiana a los niños y por el culto al Santo; por la relación personal entre el niño y el educador apoyado por un contexto de afectividad; y por la educación en valores. Todo ello, en el presente, está reforzado por el “Colegio Fundación San Vicente”, que es nuestro centro concertado de Educación Primaria y ESO.
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